viernes, 3 de octubre de 2008

El pequeño Irving

“Con la llegada al mundo de un nuevo ser, Dios nos demuestra que todavía confía en los hombres”


La anterior es sin duda una frase muy hermosa, que dice mucho por si sola; y es que quienes tienen la enorme dicha de ser padres, no nos dejan mentir: un hijo es el milagro más grande que podemos recibir los seres humanos.

Pero que pasa cuando la madre naturaleza en su eterna sabiduría no nos permite tener hijos propios? Es entonces cuando los corazones de una pareja, experimentan una enorme capacidad de amar y proteger a un pequeño, que aunque no haya nacido en el seno de ese hogar, seguramente llenará sus vidas de satisfacción, orgullo y un amor que solamente seres especiales y maravillosos son capaces de sentir, de dar y recibir.

Adoptar a un niño, es uno de los actos más grandes que pueden existir en momentos en que el mundo necesita más amor que nunca, porque todo ese amor de padres lo volcarán en una criaturita que necesita de un hogar, que necesita cariño y que a cambio, hará que sus vidas sean plenas, felices y los amará sin ninguna condición.

Escribo todo esto, porque hace pocos días tuve la oportunidad de conocer a un nuevo “sobrino”, se llama Irving y a sus 3 escasos años está a punto de empezar una nueva vida, con unos papás que esperaban con ansias la llegada a sus vidas de un pequeño como él, vivaracho, con una miradita pícara y con una sonrisa tan blanca y tan hermosa, que puede alegrarle el día a cualquiera que lo vea. Es un niño que solamente con unos chicles de menta te ilumina con esa carita de inocencia que todos los niños traen consigo y que seguramente va a alegrar todos y cada uno de los días de esta pareja que ha decidido ser su guía en este mundo que hoy está más necesitado que nunca de amor, de valores y de familias que como ellos, estén dispuestos a dar lo mejor de sí para hacer de un niño un hombre de bien.

Talvez no pudieron tener un hijo propio, pero junto con Irving, están a punto de empezar una nueva y muy emocionante etapa en sus vidas, con cosas nuevas que aprender y con la ilusión de saber que en sus manos se encuentra el futuro de un pequeño que seguramente será tan buena persona como los padres que hoy duermen con él en su nueva casa…